Un Juego Que Lloró a las 3 AM

Solía sentarme solo en mi apartamento de San Francisco, observando cómo la luz del puerto danzaba sobre el agua. Mi madre cantaba nana en cantonés, sin traducción, pero su ritmo sí. Mi padre, ingeniero de Seúl, me dijo: ‘El código no cura la soledad, pero puede albergarla.’

El juego empezó cuando no pude dormir.

A las 3 AM, un martes cualquiera, abrí Unity y empecé a arrastrar píxeles—no para construir mecánicas, sino para sentir algo real. ¿Y si el corazón del jugador pudiera ser escuchado? No por puntos ni recompensas—sino por el silencio? Hice un océano donde las estrellas no brillan con competencia. Titilan.

Aquí no hay jefes.

Eliminé el RNG del bucle central. Sin más promesas de ‘alta RTP’. Sin corona de estrellas ni persecución. En cambio: un momento tranquilo cuando la marea te arrastra suavemente bajo la luna. El jugador no gana—recuerda lo que es estar quieto.

Lo que hacemos no es ganar.

No es un juego para que los algoritmos controlen a los usuarios.
Es para quienes han mirado demasiado tiempo hacia las pantallas.
Para quienes susurran: ‘¿Has sentido alguna vez que el mundo se detuvo?’
Creé esto para que no se sintieran solos.

Si alguna vez te has quedado despierto tras la medianoche,
pensando si tu latido coincide con la marea—
entonces este juego fue hecho para ti.
No necesitas ganarlo.
Solo necesitas sentirte visto.